Hablamos del cuerpo como un objeto, como algo diferente a quienes somos, tal como hablamos de nuestros zapatos, de nuestras rodillas como algo que te puedes quitar y poner, etc. Nuestra cultura y aprendizaje se desarrolla en un dualismo continuo.
VIDA ENCARNADA
Decía Stanley Keleman que estamos destinados a vivir una vida encarnada. Esto significa que crecemos de pequeños a grandes y cambiamos de forma somática media docena de veces en una vida. Nuestro destino, cuando no se interrumpe, presenta un desfile de cuerpos distintos, del embrión al niño y del niño al adulto, maduro, mayor y anciano.
Nacemos para esta tarea de dar cuerpo a los muchos yos de nuestra vida. Las formas a las que estamos destinados siempre nos acompañan mientras seguimos formando las capas de nuestro yo actual y futuro. La forma infantil espera, al igual que nuestras formas adolescente, adulta, madura y anciana esperan entre bastidores a que les llegue el turno de tomar cuerpo. Estos cuerpos, a medida que nuestra experiencia los moldea, forman la configuración de un cuerpo universal y de nuestra identidad personal.
El cuerpo es un proceso vivo y creativo. No es un mero objeto de la conciencia, ni el lado material del espíritu. No es un bulto de carne que llevamos encima ni algo de lo que debemos intentar escapar. En el sentido más básico somos nuestros cuerpos, y más aún, que nuestros cuerpos son una expresión en microcosmos del principio organizador creativo del universo. Nuestra vida está continuamente formándose y reformándose, y desde el nacimiento hasta la muerte las formas de nuestro destino se presentan para ser vividas. La aparición de cada nueva forma es otra encarnación.
PATRONES CORPORALES Y EMOCIONALES
No estamos esperando a morir, estamos viviendo nuestro yo. Cada yo distinto tiene sus propios sentimientos, necesidades, imágenes, acciones y su consiguiente visión del mundo. A lo largo de nuestra vida formamos cuerpos adecuados a la edad que tenemos. Un enfoque somático-emocional ofrece una manera de trabajar con los sentimientos y los retos de cada forma emergente. El trabajo somático comienza con el descubrimiento de nuestros patrones individuales de uso del yo y de los estados corporales emocionales que nos dan una realidad primaria.
Con este autoconocimiento, aprendemos a cultivar una presencia interior, a enraizarnos en nosotros mismos y a sostener nuestro proceso en relación con los demás. Crecer, pues, no es un estado mental, sino un estado de la entidad somática.
Kelly Mullan nos hace reflexionar sobre el trabajo somático que usa la “sensación sentida” como una vía para desarrollar consciencia personal, cuando un dolor necesario o un mal funcionamiento físico aparecen en nuestro cuerpo como señales de alarma destinadas a inhibir la acción. Para descifrar por qué nuestro cuerpo puede estar funcionando mal, las actividades de consciencia somática le permiten al individuo acceder a sentimientos o sensaciones del cuerpo para desarrollar una percepción de los hábitos personales de movimiento y comportamiento. La alteración de hábitos corporales re-patrona los mensajes que el cerebro le envía al cuerpo a través del sistema nervioso. En un proceso de auto descubrimiento es posible aprender cómo percibir hábitos limitantes y entonces, se hacen posibles cambios en el potencial de acción y alteraciones en el comportamiento, permitiendo un funcionamiento físico más eficiente como por ejemplo un mayor rango de movimiento, o movimiento sin dolor. Los hábitos de movimiento ineficientes, la tensión muscular y los desequilibrios posturales drenan la energía del cuerpo. El trabajo somático apoya la liberación de recursos personales, porque cuando nuestros sistemas corporales trabajan en armonía, nuestro ser se llena de energía vital.
CONEXIÓN CUERPO-MENTE
La Dra. Martha Eddy nos dice que la conexión cuerpo-mente surge cuando escuchamos las señales del cuerpo y utilizamos esta consciencia para mejorar nuestro funcionamiento físico. De forma bidireccional, el cuerpo le informa a la mente tanto como la mente está atenta al cuerpo desarrollando de este modo un conocimiento sobre la forma propia de funcionar.
El Soma es el cuerpo vivo que se conoce a si mismo. De esta forma la idea del soma está atada a la conciencia personal y su propio ser entero. El soma no es estático sino dinámico como la vida misma.
El trabajo somático es informado por la experiencia en primera persona del cuerpo, y por la idea de que desarrollar una mayor consciencia del cuerpo puede hacer posibles cambios en nuestra salud en general.
Este es un tema fascinante para mí, un verdadero camino hacia el autoconocimiento. Y en estas estamos desarrollando el trabajo de inteligencia corporal y que cada vez a través del auto descubrimiento tengas una vida plena.
Inteligencia corporal para inspirar, vivir y sentir.
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Foto de Ahmad Odeh en Unsplash