“La vida pertenece a los vivos, y el que vive debe estar preparado para los cambios”.
Goethe.
Vivimos en un mundo caracterizado por las constantes apariciones de crisis. Desde crisis económicas hasta desastres naturales, pasando por conflictos políticos y pandemias globales, parece que siempre hay algún desafío a la vuelta de la esquina. Sin embargo, la verdadera medida de una sociedad, organización o individuo radica en cómo enfrentan estas crisis y su capacidad para adaptarse a circunstancias cambiantes.
El mismo cuerpo no es algo fijo, es un campo de energía influyente que se encuentra en un proceso de cambios continuos.
No importa cuán preparados estemos, cuánto planeemos o cuántos recursos tengamos a nuestra disposición, las crisis seguirán ocurriendo en algún momento. Esto no significa que debamos vivir en un estado constante de ansiedad, sino que debemos estar preparados para afrontarlas y superar los obstáculos que se nos presenten, el auto cuidado forma parte de esta preparación.
¿Qué crees que es más resiliente, una montaña o un río?
Además de la adaptabilidad y la resiliencia, (no confundas resistencia con resiliencia, esta última es una palabra preciosa que significa adaptarse a las circunstancias y crecer con ellas. ¿Qué crees que es más resiliente, una montaña o un río? Seguro que has acertado. La resiliencia no va de fuerza, sino de abrir nuevos caminos), es fundamental reconocer la importancia de no querer controlarlo todo en tiempos de crisis. A menudo, la tendencia natural es aferrarse al control y tratar de prever cada detalle, pero esto puede llevar a un agotamiento emocional y a una mayor tensión en situaciones ya de por sí estresantes.
Cuando intentamos controlarlo todo, ¿te suena?, nos volvemos vulnerables a la frustración y la ansiedad. Las crisis suelen traer consigo un alto grado de incertidumbre, y luchar por mantener el control absoluto puede resultar en una batalla perdida. En lugar de eso, es importante aprender a soltar y aceptar que hay aspectos de la situación que están fuera de nuestro control.
En el cuerpo el control se manifiesta con rigidez, falta de movilidad, vértigos, dolores temporomandibulares, bruxismo, incluso aparecen distonías. Y los cambios a medida que envejecemos no siempre van a bien , de ahí la importancia de la consciencia corporal para entender nuestras necesidades.
Nosotros mismos nos aferramos a la ilusión de no cambiar.
¿Por qué solemos movernos de forma automática, como si siempre fuéramos los mismos?
Este hábito es fuente de lesiones, de malestares, de sensación de falta de agilidad y de vitalidad. Sí, movernos como si fuéramos un cuerpo distinto al que somos nos desgasta. Los cambios, las crisis forman parte de estar y vivir en este mundo.
Y esos cambios no suceden solo a largo plazo, no se trata únicamente de un proceso de envejecimiento. De un día para otro nuestros tejidos pueden haber cambiado y nosotros como estamos totalmente disociados de nuestro cuerpo no lo percibimos hasta que nos para, nos dice basta, nos lesionamos o enfermamos.
Detectar los cambios te ayudará en concreto a algo tan importante como regular la intensidad de tus estiramientos en las posturas de yoga, de manera espontánea y adecuada a ello, o adaptar el ritmo de los entrenamientos, o de la carrera y tu práctica será siempre segura.
Al dejar de tratar de controlarlo todo, liberamos energía que podemos dirigir hacia soluciones creativas. Esto nos permite adaptarnos más fácilmente a las circunstancias cambiantes y encontrar maneras innovadoras de abordar los desafíos que se nos presentan, en el cuerpo también.
En última instancia, no querer controlarlo todo no implica una pérdida de poder, sino una ganancia en términos de flexibilidad y resistencia. Aceptar que hay factores externos que no podemos dominar nos permite enfocarnos en lo que realmente importa: cómo respondemos a la crisis y cómo nos adaptamos para superarla.
Un pequeño cambio puede generar en eco que mueve todo el organismo, desde tus huesos, músculos hasta tus pensamientos.
No hay que cambiar el mundo
Hay que cambiar nuestra forma de ver el mundo.
Pero soy optimista cada vez más personas están desarrollando y practicando la inteligencia corporal, y su manera de afrontar los cambios ya están cambiando.
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