Cuando dejo de ser yo, no hay calma, ni fluidez y el presente desaparece.
Cuando quiero ser otra persona, mi yo inquieto quiere salir creando una guerra, entre el querer y no ser, entre el niño no domesticado y el adulto resignado, entre mi lado salvaje y lo políticamente correcto.
Cuando soy yo, soy serena y tranquila, ni niño ni adulto.
Cuando soy simplemente soy.
Cuando no existe el cuándo ni yo ni nadie el TODO aparece, y es en ese preciso instante que la Sanación tiene lugar.