¿Cómo influyen las fascias en el movimiento y la transmisión de fuerza?

¿Cómo influyen las fascias en el movimiento y la transmisión de fuerza?

Las fascias están de moda. De repente, todo el mundo habla de ellas como si fueran el secreto mejor guardado de la anatomía. Desde entrenadores personales hasta terapeutas manuales, parece que hemos descubierto el hilo mágico que conecta todo en el cuerpo. Pero seamos honestos: ¿quién entiende realmente qué son y qué hacen? Si cuando escuchas la palabra “fascia” piensas en algo entre una cuerda elástica y una red de pescar, no estás tan perdido, aunque puede que tampoco tengas mucha idea (que mala soy…).

Vamos a ser claros. Las fascias son tejido conectivo que envuelve, conecta y da soporte a todo lo que hay dentro de ti: músculos, huesos, órganos… todo. Lo interesante es que no solo están ahí como envoltorio pasivo, sino que participan activamente en el movimiento y la transmisión de fuerza. Dicho de forma sencilla, tus fascias son como una red de mensajería que reparte las tensiones y movimientos por todo tu cuerpo. Así que, si pensabas que solo tus músculos hacían el trabajo duro al entrenar o moverte, toca darle crédito a esta red fascinante.

En este artículo vamos a desmitificar a las fascias (bueno intenté hacerlo allá por el año 1995 pero no me dejaron mucho, el primer artículo sobre las fascias creo recordar que lo escribí yo en la revista de Osteopatía, me invito a escribir Gines Almazán, un gran colega).

Dejarás de verlas como algo abstracto y empezarás a entender cómo influyen en tu movimiento, por qué son clave para la transmisión de fuerza, y cómo cuidarlas para evitar dolores y mejorar tu rendimiento. ¿Listo? Empecemos.

Las fascias tienen una influencia determinante en la biomecánica y en cómo el cuerpo genera y distribuye la fuerza. Su función va mucho más allá de “sostener” los órganos o envolver los músculos; son estructuras dinámicas que trabajan como un sistema integrado para permitir que el cuerpo se mueva de manera eficiente, coordinada y equilibrada.

 

 

7 puntos fundamentales

 

  1. Distribución de cargas y fuerza

Cuando un músculo se contrae, no actúa solo. La fascia que lo envuelve conecta ese músculo con otros tejidos y estructuras del cuerpo, permitiendo que la fuerza generada se transmita y se distribuya.

Por ejemplo, al levantar un peso del suelo, la fuerza no solo proviene de los músculos del brazo, sino que también se genera en las piernas, el abdomen y la espalda. Este esfuerzo coordinado ocurre gracias a la continuidad fascial que une todas estas regiones. Sin las fascias, cada músculo trabajaría de forma aislada, aumentando el riesgo de sobrecarga y lesiones.

 

 

  1. Conexión a través de cadenas miofasciales

Las fascias no solo transmiten fuerza localmente, sino también a lo largo de cadenas funcionales conocidas como cadenas miofasciales, que son una abstracción anatómica, recuerda que hablamos de movimiento. Estas cadenas conectan diferentes partes del cuerpo en patrones específicos, adaptativos y cambiantes, permitiendo movimientos coordinados.

Imagina golpear un balón de fútbol. La fuerza comienza desde el pie de apoyo, sube por la pierna, se estabiliza en el núcleo (core, ya te conté en el último artículo sobre esto) y luego se transfiere al pie que impacta el balón. Todo esto es posible gracias a las conexiones fasciales que integran cada segmento del cuerpo en una unidad funcional.

 

 

  1. Almacenamiento y liberación de energía elástica

Las fascias son como “bandas elásticas” biológicas que almacenan energía cuando se estiran y la liberan para potenciar el movimiento. Esto ocurre en actividades como correr, saltar o lanzar, donde las fascias acumulan energía elástica durante un movimiento (por ejemplo, cuando flexionamos las piernas antes de saltar, como lo hacen los canguros) y la liberan en el momento óptimo para aumentar la potencia y reducir el esfuerzo muscular.

Este mecanismo no solo mejora el rendimiento, sino que también reduce la carga en músculos y articulaciones.

 

 

  1. Amortiguación y absorción de impactos

Cuando caminamos, corremos o realizamos actividades de alto impacto, las fascias actúan como amortiguadores que protegen las articulaciones y los tejidos más rígidos, como los huesos. Al absorber y redistribuir las fuerzas del impacto, las fascias ayudan a minimizar el desgaste y reducen el riesgo de lesiones, especialmente en áreas como las rodillas, la cadera y la columna vertebral.

 

 

  1. Coordinación intermuscular

Las fascias ayudan a coordinar el trabajo de diferentes grupos musculares. Al conectar los músculos entre sí, permiten que actúen como un sistema integrado, facilitando movimientos fluidos y sincronizados.

Por ejemplo, al lanzar una pelota, las fascias permiten que los músculos de la pierna, el torso, el brazo y la mano trabajen en armonía, optimizando el movimiento y aumentando la eficacia del lanzamiento.

 

 

  1. Influencia en la postura y la estabilidad

Las fascias también juegan un papel importante en el mantenimiento de la postura y la estabilidad. Si hay tensiones o restricciones en las fascias, estas pueden alterar la alineación del cuerpo, llevando a compensaciones musculares que afectan el equilibrio y la biomecánica.

 

 

  1. Interacción con el sistema nervioso

Las fascias están altamente inervadas, lo que significa que están llena de terminaciones nerviosas. Esto la convierte en un componente esencial de la propiocepción, la capacidad del cuerpo para percibir su posición en el espacio.Y en la interocepcion.

Gracias a esta interacción, las fascias no solo transmiten fuerza mecánica, sino también señales neuromusculares que permiten ajustar y coordinar el movimiento en tiempo real.

 

 

¿Qué sucede cuando las fascias no funcionan correctamente?

Si las fascias pierden su elasticidad, se endurecen o presentan restricciones debido a deshidratación, estrés, lesiones o inactividad, las fuerzas no se distribuyen de manera eficiente. Esto puede causar:

  • Dolor: Las tensiones en la fascia pueden irritar nervios, generando molestias locales o irradiadas.
  • Lesiones: Una mala transmisión de fuerza puede sobrecargar músculos o articulaciones, aumentando el riesgo de lesiones.
  • Limitación de movimiento: Las fascias rígidas o con adherencias restringen la movilidad, dificultando el rango completo de movimiento de las articulaciones.
  • Desequilibrios posturales: Una fascia disfuncional puede alterar la alineación del cuerpo, afectando tanto la postura como la estabilidad general.

 

Ah y no olvidemos para desmitificar el mal uso que se ha hecho del trabajo de las fascias, que el uso impreciso de términos puede llevar a interpretaciones erróneas, tanto en el ámbito clínico como educativo.

 

¿Qué podemos hacer como profesionales?

  • Difundir la idea de que el tejido fascial responde al cuidado global del cuerpo: hidratación, movimiento regular, buena nutrición y gestión del estrés.
  • Reconocer que no todo el trabajo fascial se basa en “tocar” el tejido, sino en entender cómo se relaciona con el sistema nervioso y los patrones de movimiento.

Hablar de las fascias con propiedad es crucial, no solo para darles el lugar que merecen en la ciencia y la práctica clínica, sino también para no perpetuar mitos que pueden confundir o alarmar a los pacientes.

 

RESUMEN

Las fascias son un sistema esencial para la transmisión de fuerza en el cuerpo. Gracias a ellas, los músculos trabajan como una red integrada, lo que permite movimientos fluidos, una distribución eficiente de cargas y una reducción del esfuerzo muscular. Además, actúan como amortiguadores y “muelles” biológicos que mejoran el rendimiento físico y protegen las estructuras corporales de lesiones. Su función principal no es solo estructural, sino también sensorial y comunicativa, ya que están densamente inervadas y tienen receptores que transmiten información al sistema nervioso central.

 

Cuidar de las fascias a través del movimiento regular, la hidratación, el trabajo de movilidad y las técnicas de liberación miofascial no solo optimiza su función, sino que también mejora la calidad de vida y el bienestar físico. Las fascias son mucho más que un tejido; son el puente que conecta fuerza, estabilidad y movimiento en un solo sistema funcional.

 

Este año se cumplen 30 años que me forme como profesional del método Rolfing Ô: Integración de las estructuras en movimiento. Bueno casi nada ha pasado desde entonces…