El camino como metáfora de nuestra vida

‘Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace el camino al andar’.

Antonio Machado

 

190 kilómetros, ¿mucho o poco?, depende, en la vida todo es relativo.

Estamos hechos para caminar. Y se lo debemos a la bipedestación, una de las características esenciales de nuestra especie. Al erguirnos y caminar se multiplicaron nuestras experiencias y posibilidades, lo que dio continuidad a un ciclo evolutivo cada vez más complejo. Caminar puede ser el movimiento más característico que los seres humanos realizan. La forma en que cada uno de nosotros camina revela nuestra integración única de patrones neuromusculares; la calidad de nuestro andar refleja las cualidades de todo nuestro cuerpo, y de todo nuestro ser. El filósofo Nietzsche decía que, según la forma de andar de cada uno, se puede ver si ha encontrado su camino.

Cuando nos levantamos cada mañana justo antes de comenzar a caminar tenemos la posibilidad de negociar quień somos. Nuestros pensamientos y tensiones están ya presentes. ¿Negociar? Si, poder elegir.

La meditación caminando nos da la oportunidad de recuperar nuestra consciencia, que tan a menudo se distrae o incluso se atasca cuando la mente se deja a su aire. Ya sea al desplazarnos entre las plantas de un edificio, por una calle de la ciudad o por el bosque, es una oportunidad para guiarnos fuera del distraído piloto automático en el que vivimos durante gran parte del día. Dando un paso cada vez, centrándonos en el presente. La mente se aquieta. Es más fácil no perdernos en nuestros pensamientos pues estamos cansados y nuestra mente se centra en la tarea que estamos realizando: caminar. Se silencia el “ruido mental”. Y se abre el espacio interior. Mi Yo.

 

190 kilómetros, ¿mucho o poco?, depende, en la vida todo es relativo.

El camino es una metáfora universal para referirnos a nuestra existencia, constante y “obligado” caminar, incluso a pesar nuestro. En cierto modo, podría decirse que estamos “obligados” a caminar.

También nos conecta con nuestro cuerpo a través de una mayor consciencia corporal. Primero a través de mis dolores, quizá incluso ampollas en los pies, ¿estoy cansada?, ¿necesito parar?

Nuestros sentidos se amplifican. La percepción puede hacerse más potente. Puedo sentir que escucho o veo con más agudeza.

Esta experiencia es como una lupa, que me permite una percepción ampliada de la vida.

 

190 kilómetros, ¿mucho o poco?, depende, en la vida todo es relativo.

 Estos son los kilómetros que hemos caminado de St Jean Pied de Port a Logroño. Nuestro grupo ha sido grande, mucha logística, organización, pero un grupo que mayoritariamente ha trabajado y ha puesto su energía estando presente para que todos estemos bien, si, cada día con el buen hacer y comprometiéndonos. Caminantes de edades diferentes, ha sido una gran experiencia y me sigo maravillando de ver personas tan vitales. Gracias a todos de verdad.

 

Como hago una caminata larga, así “recorro” mi vida:

¿Voy apresuradamente, queriendo llegar pronto a mi destino?

¿Camino despacio, disfrutando del paisaje?

¿Me cuesta caminar sola y en silencio?, ¿Prefiero estar acompañada?

¿Voy con la mirada fija en el suelo?, ¿hablo todo el tiempo?, ¿me aburro?

¿Qué pensamientos me aparecen?

¿Qué patrones de movimiento se acentúan?, ¿me voy más hacia un lado?, ¿tengo miedo de caerme?, ¿Qué áreas de mi cuerpo se ven mas comprometidas? ¿sé cómo cuidarlas? ¿qué hago cuando llego a la meta al final del día?

Cada peregrino tiene su ritmo y prefiere no alterarlo, aunque esto suponga caminar a solas un trecho.

 

190 kilómetros, ¿mucho o poco?, depende, en la vida todo es relativo.

Visto desde afuera, todo son botas, mapas, mochilas, sombreros, ampollas y poco o ningún maquillaje. Sin embargo, a partir de ahí, cuando todos quedamos en esas mismas condiciones, surgen las diferencias. Por un lado, todos somos caminantes y, por otro, cada caminante hace su propio Camino.

En un albergue escuché que lo mejor para los pies era ponerse dos calcetines (uno fino interior y otro grueso en contacto con el calzado). El de al lado lo confirmó, pero siempre con botas ligeras, añadió. Un tercero no estaba de acuerdo; prefería deportivos, ya que las botas le «asaban» el pie. Otro más alabó las propiedades de sus plantillas, recién salidas al mercado. En fin, cada uno tiene su manual perfecto del calzado… y ninguno es igual. Yo me quedo con lo que veo a las guías, por cierto, Silvia, ha sido la mejor guía. Calcetín fino, zapato ancho, no necesitas botas. El pie se ha de adaptar.

Lo mismo pasa con los horarios de las comidas y qué alimentos son convenientes. Otro tema es la mochila y la forma de ordenar los diferentes elementos del equipaje, según el uso que vamos a hacer de ellos. ¡Y qué decir del tipo de ropa!

Aunque todos tenemos que hacer el mismo Camino, solo caminando vamos conociendo nuestros propios puntos fuertes y débiles. A partir de ahí, podemos potenciar unos y superar los otros. Pero, en cualquier caso, solo con la acción y posterior reflexión adquirimos experiencia. Muchas veces pretendemos que otra persona haga exactamente lo que nos ha ido bien a nosotros. Podemos dar mil consejos, pero cada uno debe caminar-conocerse a sí mismo.

 

Hay tantos caminos como caminantes.

El Camino nos hace iguales, pero caminar el camino nos diferencia.

Y tú ¿qué experiencias tienes de tu Camino?

 

Solo quería resumir El Camino como metáfora, caminar a través de la vida, cada momento es un aprendizaje que con consciencia nos permite tener más posibilidades de elección y acción.

 

¡Ah! más Caminos vendrán, estate atento.

Mientras tanto lee este poema:

“Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares.

Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.”

• Fernando Pessoa.